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Mujeres al volante en taxis del D.F. una por cada mil 

Discriminación, acoso y violencia son los principales factores que impiden el ingreso pleno de las mujeres en el ámbito del transporte público.

Así lo afirman choferes y especialistas del Centro para el Fomento de la Educación y Salud de los Operarios de Transporte Público de la ciudad de México (Cenfes). 

Datos de la asociación revelan que por cada mil taxistas hombres hay una mujer, de tal manera que de las 139 mil unidades registradas ante la Secretaría de Movilidad (Semovi), 13 mil corresponden a mujeres. 

Mientras que en el caso del transporte colectivo de pasajeros, tales como combis y microbuses, no hay un registro certero, pues solo se contemplan 19 mil en la ciudad de México a pesar de que se estima que circulan 30 mil unidades y de todas ellas, sólo se reconoce a 80 mujeres operadoras. 

Conductoras aseguran que son discriminadas tanto por hombres como por otras mujeres, debido a que se sigue cuestionando la capacidad de este sector y su pericia al tomar el volante.

 En cuanto a acoso, éste va desde la coquetería hasta las insinuaciones y el exhibicionismo al interior del taxi, lo que las sigue convirtiendo en un sector vulnerable. 

Durante la presentación del video “Mujeres Operarias del Transporte Público”, elaborado por Cenfes desde 2012, especialistas de la Universidad Autónoma Metropolitana y de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México expusieron las dificultades a las que se enfrentan las mujeres operadoras al integrarse en el mundo de los autos y las calles, que culturalmente se asocian a los hombres. 

“El transporte es un gremio machista y se llega a masculinizar a las mujeres que buscan abrirse camino en esos espacios, […] para muchas mujeres padecer este tipo de actos las limita, les hace sentir miedo hasta de salir a las calles”, dijo Miriam Téllez, académica de la UACM. 

‘Mi primer día’ 

En su primer día de trabajo como taxista fue “bautizada”, el semáforo en rojo se adelantó más de lo que Elizabeth calculó y no permitió que una camioneta diera la vuelta. El otro conductor, al notar que era una mujer, puso su auto enfrente y con una reversa brusca aventó al taxi. Luego se bajó del coche y entre insultos golpeó con pies y manos la unidad recién estrenada. 

“Imagínate, fue mi primer día de trabajo, me pasó eso y me detuve calles más adelante a llorar como nunca, me sentía agredida e impotente. Toda la alegría que vivía por haberme acreditado como conductora se iba el primer día. Luego pensé que si este iba ser mi pan de cada día tenía que quererlo y hacerlo mejor y ahorita ya estoy por cumplir tres años como taxista”, dice Elizabeth Centeno. 

Ella forma parte de la cooperativa “Une Cometav”, que agrupa a operadoras de taxi de toda la ciudad. 

“Somos pocas pero repartidas, hay una en Iztapalapa, otra en Tacubaya, una más en El Rosario y así en otros lugares, lo que queremos es hacer una red que brinde un servicio seguro y de calidad”, expresa. 

Eli tiene 49 años, es madre soltera de dos hijos de 23 y 20 años, el segundo es estudiante de Ingeniería Civil y las ganas de darle educación la inclinaron a ser conductora. “Un día llegué con mi hermano para pedirle dinero y en lugar de eso me dijo que trabajara el taxi que tenía”, narra. 

Menciona que tuvo miedo al principio, pero al capacitarse no hubo marcha atrás. “Estudié hasta la secundaria y el único trabajo que conseguía era de limpieza y con horarios larguísimos. El taxi me permite trabajar, no me haré rica pero vivo al día, estoy con mi familia y de vez en cuando doy mis vueltas para vigilar a mis hijos”, bromea Elizabeth. 


Fuente El Universal

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