Complicado panorama para apps de movilidad ante inseguridad
El secuestro y asesinato de la estudiante Mara Fernanda Castilla, a manos de un conductor de Cabify, en septiembre pasado, en Puebla, no solo ha puesto en el ojo del huracán las empresas de transporte privado que utilizan aplicaciones informáticas para ofrecer sus servicios, sino que exhibió la vulnerabilidad de los protocolos de seguridad para validar a los socios-conductores, como los suelen llamar.
Pero además, dejó en claro que este servicio no es tan efectivo en un país como el nuestro, cuyos índices de inseguridad se han disparado en los últimos años. Al parecer, ni Cabify ni el resto de los jugadores se habían tomado tan en serio la gravedad del problema de la inseguridad en México. Incluso, algunas empresas dejaron de hacer exámenes presenciales a sus futuros socios. Sin embargo, la muerte de Mara Fernanda cambiará totalmente la forma de operar de estas empresas.
De entrada, el gobierno de Puebla le canceló el permiso a Cabify para operar en el estado, debido a irregularidades en su protocolo de seguridad. ¿Y las demás empresas?
Por su parte, el Congreso local buscará regular a los conductores que prestan este tipo de servicio, con pruebas de control de confianza; y que las empresas proporcionen información de los choferes y de los trayectos que realizan, lo que sin duda tendría que ser replicado en el resto de los estados.
La respuesta de Cabify, además de tardía, dejó muchas interrogantes. En un comunicado, la compañía dijo que solo los mejores conductores podrán prestar sus servicios en su plataforma. ¿Qué no era así? Además, se comprometió a desarrollar un botón de pánico que esté vinculado a los sistemas de emergencia de las autoridades policiacas; y compartir con estas las listas de conductores que han sido dados de baja por algún comportamiento contrario a la ley. ¿Por qué no lo hizo antes?
Sin duda, el caso de Cabify es una dura lección para el resto de los jugadores de esta industria en ciernes, pues no solo su reputación está en juego, sino también su futuro.
En una entrevista realizada por Alto Nivel unos días antes del evento de Mara Fernanda, Alejandro Sisniega, director de Cabify México, aseguró que la empresa contaba con protocolos altísimos para validar a sus socios-conductores.
“Tenemos toda su información; además, se les realiza un examen psicológico y se verifica que los papeles del auto estén en regla. También se cuenta con un sistema que monitorea las 24 horas los siete días de la semana a los vehículos y que, en caso de una emergencia, personal de la empresa se pone en contacto con el pasajero y el conductor, y si no hay respuesta, se activa una alarma y se da parte a la policía”, explicó.
Modelo exitoso
Hace cuatro años, Uber Technologies, la primera empresa digital de transporte privado del mundo, fundada por Garrett Camp y Travis Kalanick en 2009, arribó a Ciudad de México atraída por los más de 20 millones de personas que transitan diariamente por la capital del país. Y es que, a pesar de contar con una de las flotas de taxis más grandes del mundo, con un total de 140,000 unidades hasta el 2014, que realizan 1.4 millones de viajes al día, resulta insuficiente para satisfacer la demanda de transporte privado. Además, el servicio que ofrecen los taxis, el estado de los automóviles y la seguridad de los usuarios dejan mucho que desear, por lo que el modelo de negocio de la firma estadounidense -una red de transporte privado, a través de un software de aplicación móvil, que conecta a los pasajeros con conductores capacitados, vestidos con traje, que manejan vehículos nuevos o de reciente modelo, cuyo servicio en un principio solo se podía pagar con tarjeta de crédito y que hoy acepta efectivo- fue todo un éxito en CDMX.
Actualmente, existen en nuestro país alrededor de 10 empresas digitales de transporte privado, de las cuales Uber, Cabify y Easy son las más importantes y conocidas, pues tienen presencia en las grandes ciudades; aunque también hay jugadores locales, que han copiado el modelo de Uber, pero que solo tienen presencia en una o dos ciudades.
Pero esto apenas es el principio para una industria que ya es utilizada por cerca de 10 millones de personas en todo el país, que genera más de 500,000 empleos y que ha expandido el negocio a la transportación de mascotas, documentos, alimentos y carga de mercancías diversas; así como viajes en helicóptero y aviones.
El futuro
¿Qué sigue? La consolidación de la industria, la entrada de nuevos actores, como los fabricantes de autos; más innovación y desarrollo para mejorar la experiencia de los usuarios, nuevos negocios como la venta de datos (información del tráfico en las grandes ciudades y la calidad de la red celular) a empresas de telecomunicaciones; y la integración con el transporte público.
Sobre el primer punto se espera la incorporación de nuevos jugadores internacionales y locales al mercado en los próximos años, así como la expansión de las empresas líderes en todo el territorio nacional. En julio pasado, Uber anunció una inversión de 6,800 millones de pesos (mdp) para México. La firma estadounidense, que ya tiene presencia en 35 ciudades de nuestro país, quiere alcanzar los 500,000 socios-conductores en 2018; esto es, 280,000 más de los que tiene (220,000), así como iniciar operaciones en por lo menos 10 ciudades más y abrir 10 centros de soporte técnico.
“Todavía nos faltan muchos estados por cubrir, como Veracruz, Hidalgo, Tamaulipas. Queremos expandirnos a más ciudades y ofrecer todos los métodos de pago”, subraya Roberto Fernández, director general de Operaciones de Uber México
Por su parte, la brasileña Easy destinará 250 mdp para expandir su presencia y participación de mercado, cantidad que podría duplicarse en dos o tres años, de acuerdo a los resultados. “La inversión se va a destinar a la generación de demanda y oferta. La marca todavía no es muy conocida y queremos que eso cambie en los próximos meses”, menciona Jorge Pilo, director global de Easy.
Al respecto, Ramón Escobar, director de Easy México, menciona que la compañía está evaluando abrir operaciones en zonas turísticas, como Puerto Vallarta, Mazatlán, Mérida y la Riviera Maya; así como en El Bajío y Chihuahua.
Sobre la entrada nuevos jugadores a esta industria, Alejandro Sisniega, de Cabify México, indica que el sector está evolucionando rápidamente. “Las automotrices están viendo en este modelo de negocio su futuro. En un principio intentaban bloquear servicios como el nuestro; hoy se han vuelto accionistas, como es el caso de General Motors y Jaguar, que han invertido en Lyft, para probar nuevos servicios de movilidad, como vehículos autónomos”. Y es que las automotrices se han dado cuenta de que en un futuro cercano ya no van a fabricar autos para la gente, sino para plataformas digitales como Uber, Cabify, Easy o Lyft. “El ingreso lo van a obtener de la renta de las unidades o la venta de los trayectos, y no de la comercialización del vehículo como tal”, añade el ejecutivo.
Las empresas del sector también están invirtiendo cantidades importantes en innovación y desarrollo para mejorar sus aplicaciones, entender el comportamiento del pasajero y reaccionar a sus necesidades. Esto, a su vez, abre un nuevo negocio: la venta de datos a firmas de telecomunicaciones, interesadas en comprar información sobre el tráfico y la calidad de la red celular. “Estamos intentando monetizar toda la información, todos los datos que generamos para bajar el costo del viaje al usuario y pagar más a nuestros socios-conductores”, explica Jorge Pilo, de Easy.
Pero, sin duda, el proyecto más ambicioso de la industria es la integración con el transporte público de las grandes ciudades, esto es, que a través de una aplicación móvil se pueda hacer uso de todas las alternativas de movilidad posibles, como el Metro, Metrobús, tren suburbano, Ecobici y empresas digitales de transporte privado. Estas últimas serían utilizadas únicamente para trasladar al usuario los últimos dos o tres kilómetros de su viaje. Se haría solo un cobro por todo el viaje o trayecto a través de un método de pago. Uber, Cabify y Easy ya trabajan en ello y se espera que en 10 o 15 años esta iniciativa sea toda una realidad en CDMX, Guadalajara y Monterrey, ciudades con la mayor infraestructura de transporte público en el país.
La idea, explica Roberto Fernández, de Uber México, es que desaparezca la necesidad del auto particular. “Esto permitirá reducir su número, que tan solo en CDMX es de 5.1 millones, elevando así la calidad de vida de las personas, pues habrá menos tráfico y contaminación”.
Sobre este punto, Jorge Pilo, de Easy, asegura que los próximos 15 años van a ser disruptivos en materia de transporte, de movilidad.
De hecho, menciona Alejandro Sisniega, las nuevas generaciones han optado por dejar de adquirir bienes para empezar a contratar servicios. “La gente ya no compra una casa, la renta; ya no compra un auto, renta el espacio de un vehículo. Este cambio de mentalidad es lo que le seguirá dando un crecimiento exponencial a nuestra industria”.
FuentenAlto Nivel