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La informalidad: el ‘virus’ que acecha a los operadores de carga en medio de la pandemia

Los choferes de carga no sólo se enfrentan al Covid-19 que ha puesto en jaque a todas las industrias en el mundo. La mayoría de los transportistas se encuentran sumergidos en un campo laboral altamente informal; esto hace que se contraten sin protección social y en un ambiente laboral poco estable.

“Hoy, el sector del autotransporte tiene un alto índice de informalidad. El paquete económico nos hace explicarle a la gente que es mejor estar en la formalidad que en la informalidad”, refirió Enrique González, presidente de CANACAR, durante una mesa de análisis en el Senado de la República.

El problema es que en México, el negocio del autotransporte (y en específico el de los operadores de carga), es considerada de ‘segundo nivel’ y administrado como un oficio de orden común.

Si bien para la obtención de la licencia federal de autotransporte se requieren de pocos años escolares, la realidad es que a esta labor se le debería considerar como un trabajo especializado en el que los operadores se exponen a riesgos y exigencias de toda índole y, por ende, a lesiones físicas.

“Muchos trabajadores del volante laboran en un contexto informal donde el pago de sus servicios, en gran proporción, es por destajo, en condiciones precarias, sin beneficios, prestaciones o seguridad social”, apunta Luis David Berrones, investigador del Colegio de Ciencia y Tecnología de la UNAM.

En este contexto de informalidad, son pocos los estudios que dan fe de las condiciones precarias de trabajo en las que los operadores desarrollan su trabajo y de sus ingresos, lo cual dificulta las operaciones logísticas y pone en riesgo permanente la eficiencia en la cadena de suministro.

Condiciones laborales deficientes

En México, hay alrededor de 140 mil empresas dedicadas al transporte, cuya mayoría entran en el rubro de hombre-camión, es decir, aquellas pequeñas empresas que tienen entre 1 y 5 camiones en su flotilla.

No obstante, los hombres-camión no controlan los medios de producción, y se someten a las exigencias de las empresas embarcadoras que controlan la cadena de suministro, es decir no tienen control sobre sus condiciones inmediatas de trabajo.

Por el contrario, las grandes empresas generalmente están conectadas a cadenas de transporte globalizadas donde no dependen de un sólo cliente. Sin embargo, algunos estudios estiman que sus operadores laboran hasta 76 horas sin descanso, lo cual permite que las condiciones sean muy similares a la de los hombres-camión,

En el estudio ‘Choferes del autotransporte de carga en México’, elaborado por la UNAM, se refiere que estas afectaciones han mermado la fuerza de trabajo, provocando la escasez de conductores de camión (cerca de 50,000), además de la falta de programas de capacitación para las nuevas generaciones.

El déficit se atribuye, entre otros aspectos, a que los choferes cualificados son contratados por empresas de Estados Unidos para trabajar en su territorio, con salarios más elevados y mejores condiciones laborales

Informalidad acentúa riesgo de enfermedades

Por su actividad, estudios en salud elaborados por Saltzman y Belzer advierten que los choferes de camiones son 2.5 veces más propensos a sufrir una lesión o enfermedad ocupacional y tienen siete veces más probabilidades de morir en el trabajo que un trabajador promedio.

Por tanto, este grupo es susceptible a problemas de salud, incluyendo la obesidad, las enfermedades cardiovasculares, trastornos metabólicos, estrés y enfermedades psicosociales determinadas, no sólo por la actividad de conducir y los procesos de trabajo, sino por los contextos políticos, laborales, económicos y culturales de los grupos de trabajo.

Esto se combina con el estilo de vida promedio de un conductor, el cual puede incluir malos hábitos de alimentación, alta prevalencia de consumo tabaco, alcohol y drogas, gran exigencia física y mental, horarios irregulares y falta de actividad física.

De esta manera, el tema de salud y la informalidad pueden tener un impacto indirecto en las empresas, en las cadenas de suministro y, en general, con todos los sectores de la sociedad.

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