El negocio y la corrupción en los verificentros
La Ciudad de México es una megalópolis y pocos se han dado cuenta de lo que en realidad significa eso: el término acuñado por el francés Jean Gottmann se refiere a la virtual unión de Baltimore-Washington Hartford, Nueva York, Nueva Yersey y Filadelfia en una sola gran ciudad; igual sucede en la Ciudad de México, que se ha fundido con 40 municipios del Estado de México y uno de Hidalgo.
Incluso en la misma ciudad se reconocen varios pueblos originarios y las colonias van creciendo exponencialmente, como es el caso del llamado “nuevo Polanco”. En este sentido, además de los múltiples problemas de servicios, alimentación, salud y demás asuntos que surgen por albergar a más de 22 millones de personas, está uno del que nos hemos hecho conscientes a la fuerza. El problema ambiental.
Los que vivimos en la ciudad, según la página aire.cdmx.gob, la calidad del aire es casi siempre de regular a mala, sobre todo en la época de estiaje, es decir, la época en la que los ríos tienen más bajo caudal, por la sequía, aunque en la CDMX sus ríos más importantes están entubados y entonces no sabemos cuál es su nivel.
Con este panorama la ciudad, en los últimos años, se ha preocupado mucho por el nivel de contaminación; en consecuencia ha endurecido las normas y las sanciones. Incluso los autos nuevos, “último modelo”, no están cumpliendo con las estrictas normas de calidad que ha impuesto el gobierno de la ciudad.
La verificación vehicular obliga a los dueños de autos a mantenerlo en un estándar de excelencia, porque si no, el vehículo simplemente no podrá circular. Eso está muy bien, uno debe invertirle a su auto todo el tiempo y cumplir su obligación cada seis meses.
Hay horas en las que la ciudad está más contaminada por el flujo vehicular, como es las mañanas, cuando los niños van a la escuela y muchos van hacia sus oficinas; al medio día, que los hijos salen de la escuela y los trabajadores van a algún lado a comer y por la tarde- noche, que es cuando salen de sus oficinas.
Pero a media mañana, como entre 10 y 12 del día, el tráfico tiende a bajar un poco, extrañamente los últimos viernes han sido de tráfico pesado, lo que genera más contaminación. Precisamente eso es lo que tratan de evitar las patrullas de “vigilancia ambiental” que están a la caza de vehículos para detenerlos por contaminar.
Hablo por ejemplo de las unidades 02, 54, 61, 65 y 74 de esta corporación, que de manera impune reducen su velocidad en los carriles del circuito interior y escogen a quién ellos consideran que violan el reglamento ambiental de la Ciudad de México.
No estoy seguro de cuál es el método para que ellos definan entre uno y otro auto, quizá estos funcionarios tengan algún implante biónico en el ojo porque detienen con este método. Bajan la velocidad a unos 20 kilómetros por hora en una vía de mayor velocidad, entorpecen el tráfico y además los conductores se intimidan ante la mirada de estos servidores públicos y bajan, a su vez su velocidad, aunque estas patrullas no sean de tránsito sino ambientales.
Nunca he visto que este patrullaje detenga a los camiones que contaminan de manera ostensible, ni tampoco los transportes que son viejos e igualmente contaminan. Sino sólo autos. Me imagino que estos funcionarios son muy celosos de su deber porque se presta a una negociación directa con el automovilista, como se hace cuando una patrulla detiene a cualquiera, no es lo mismo con una cámara o un dispositivo; de igual manera debe ser interesante para estos funcionarios llevar un poco más de dinero en la bolsa para el fin de semana.
Este patrullaje… ¿disminuye la contaminación en la ciudad? Tengo la percepción de que no. Muy por el contrario perjudica a todos: a los que salen a esa hora para evitar el tráfico y llegan tarde a sus trabajos; pierden los que tuvieron la mala suerte de ser detenidos por la alta tecnología del patrullaje ecológico y tengan que pagar de una u otra forma esa detención a todas luces arbitraria, y sufrimos todos porque la ciudad se contamina más a una hora en donde se podría mejorar, un poco, la calidad del aire que todos respiramos.
Funete SDP Noticias / La mecha corta