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Así se transportó la primera vacuna a América hace 200 años, “El viaje imposible”

En la actualidad, el desarrollo de la vacuna contra el Covid-19 es la obsesión de los principales laboratorios y gobiernos en el mundo. Históricamente, las vacunas son una de las historias de éxito de la medicina moderna y se pretende que esta vez no sea la excepción.

No obstante, la más representativa sucedió a finales del siglo XVIII, cuando el médico inglés Edward Jenner demostró la eficacia de su vacuna contra la viruela, enfermedad que solo en Europa mató a 60 millones de personas.

El método de Jenner tomaba como base a las ordeñadoras de vacas, quienes adquirían ocasionalmente una especie de ‘viruela vacuna’ por el contacto con estos animales y que era una variante de la mortífera viruela humana, contra la que quedaban así inmunizadas.

Para desarrollarla, Jenner extrajo el líquido de las pústulas de la ubre de una vaca enferma para inoculárselo a un niño de 8 años. El pequeño mostró síntomas de la infección de viruela vacuna, pero mucho más leve, y no murió.

Sabías que…

La viruela se transmitía por contacto cercano con las llagas o las gotitas generadas por la respiración de una persona infectada. También se podría transmitir por la ropa o prendas de vestir contaminadas. Un paciente dejaba de estar infectado hasta que la última costra se separaba de la piel.

España fue el primer país en recibir la vacuna en el año 1800, sin embargo, el médico personal del Rey, Franciso Balmis, propuso al soberano la llamada ‘Real Expedición Filantrópica de la Vacuna’, con la cual pretendía extender el proceso de vacunación, principalmente en niños, por América y Asia.

Se estableció que los gastos de navegación del viaje serían soportados por la Real Hacienda. Esto suponía asumir los costos destinados a fletar el barco y a sufragar los honorarios de los expedicionarios. El rey Carlos IV le dio el aval. Había nacido la primera misión humanitaria de la historia.

Operación suicida

Antes de zarpar, Balmis se enfrentó al primer obstáculo. ¿Cómo conservaría la muestra (la cual solo duraba unos días) en un viaje que se extendería por varios años? El médico tuvo una idea: el suero sería transportado dentro de 22 niños (de entre 8 y 10 años) de la casa de huérfanos de La Coruña.

Cada niño sería ‘vacunado’ brazo a brazo durante el curso de navegación. De esta manera se conservaría el fluido vacuno fresco y sin alteración.

La idea de Balmis era inocular la viruela a los niños de dos en dos cada semana, por si alguno de ellos no lograba sobrevivir. El plan era poco ético, ya que a los infantes se les llevaba por un viaje marítimo donde la mayoría de los adultos morirían.

El 30 de noviembre de 1803, un grupo de médicos y enfermeros dirigidos por Balmis, así como los 22 niños, partieron del puerto de la Coruña a bordo del barco María Pita rumbo a América.

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Buscando mayor rapidez que comodidad, para el trayecto se eligieron buques de correo de guerra que eran más ligeros y estaban más habituados a mantener rutas frecuentes con América.

Puerto Rico y Venezuela fueron los dos primeros lugares donde la expedición llegó en febrero de 1804. En Venezuela encontraron gran disposición de las autoridades locales para difundir la vacuna, no así en Puerto Rico.

Ratas, naufragios y más…

Para extender la vacuna por toda América, el convoy se separó en dos grupos. El primero se dirigió al sur y sería comandando por el cirujano y subdirector de la misión, José Salvany. El segundo, al mando del propio Balmis, se enfocaría en el Caribe, Centro y Norteamérica.

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Dr. Balmis

La expedición estuvo llena de calamidades. Además de un naufragio en la desembocadura del rio Magdalena que destruyó varios instrumentos médicos, muchos de los ocupantes del primer grupo se fueron enfermando con el paso de los días, incluyendo al Salvany, quien falleció en Bolivia en 1810.

El segundo grupo se enfrentó a la resistencia de autoridades y población local quienes no deseaban que a sus hijos se les introdujera una ‘enfermedad mortal’ con la promesa de que no les pasaría nada. Es por ello que Balmis compró varios esclavos, incluyendo un niño del Regimiento de Cuba.

Documentos históricos refieren sobre las pésimas condiciones durante la expedición por el Caribe, “los niños estuvieron muy mal colocados en un paraje de la Santa Bárbara lleno de inmundicias y grandes ratas que los atemorizaban, tirados en el suelo rodando y golpeándose por los vaivenes”.

Al llegar a la Nueva España (que abarcaba lo que hoy es México), Balmis tuvo que enfrentarse a la negativa del virrey, por lo que recurrió a las Juntas de Vacuna, organismos que escapaban del control de las autoridades y ayudaban a conservar el fluido vacuno, además de reclutar niños para ser inoculados.

Balmis dejó a cargo de estas juntas la vacunación del virreinato y las sucesivas expediciones que llevaron la vacuna a Texas, Arizona, Nuevo México y California.

El médico volvió a hacerse a la mar, esta vez con rumbo a las islas Filipinas, para repetir allí el plan acompañado de 26 niños mexicanos (la mayoría eran cedidos por las familias a cambio de compensaciones económicas).

Trasciende que los niños españoles nunca volvieron a su país como pretendía Balmis y fueron ingresados en un hospicio de la Ciudad de México en condiciones poco apropiadas.

Durante casi 3 años (1803 a 1806), la misión consiguió llevar la vacuna hasta Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Nueva España. En 1980, la OMS declaró formalmente erradicada esta enfermedad.

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