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Ralentí, el mayor enemigo de la última milla; estas son las consecuencias de no controlarlo

De acuerdo con estudio de INEGI y Canacar, los cuatro gastos más relevantes del sector del autotransporte en México suman 81.1% del total, entre los que se encuentran el consumo de combustible y los lubricantes con el 43.5%.

En tal escenario, el mantenimiento de las unidades de carga representa un reto aún mayor para las empresas, ya que los vehículos alimentados por diésel presentan periodos prolongados de ralentí.

El ralentí son las revoluciones mínimas por minuto que un motor de combustión interna requiere para conservarse en marcha si el conductor no acelera el vehículo.

Esa cantidad mínima de rpm es una señal que le llega a la computadora del motor y debe inyectar cierta cantidad de combustible, en este caso diésel.

Para poder estar en un nivel estable, muchas veces el combustible que se inyecta no es eficiente y no se quema por completo. Al no hacerlo, se generan residuos que afectan al aceite.

Última milla, el más afectado

El ralentí puede perjudicar al transporte de pasajeros, las unidades de paquetería o reparto, así como unidades de traslado de mercancías en puertos o aeropuertos.

En ese sentido, el más afectado es la última milla, ya que las distancias son cortas y el motor se mantiene encendido por temas de seguridad.

“Vamos a tener ralentí, un motor que esta encendido a bajas rpm porque no está avanzado, tenemos un manejo severo, nos va afectar en una mayor degradación de aceite, el consumo de combustible y una combustión ineficiente”, señala Rodrigo Irigoyen, gerente de desarrollo de negocios para Valvoline México.

Esto quiere decir que se tendrá una mayor generación de hollín y por tanto una mayor contaminación del aceite y esto afectará en el periodo de cambio de este lubricante.

“En muchos de estos casos en lugar de cambiar de aceite por kms, lo haremos por horas de operación del equipo”, indica.

El ralentí es uno de los elementos con el que el aceite debe lidiar, con factores como depósitos, altas cargas y temperaturas.

Para Pablo Poveda, gerente de desarrollo de negocios de Valvoline para la región de Centroamérica, las consecuencias de no controlar el ralentí es un menor tiempo de operación y un drenado más constantes de aceites.

Asimismo, se pueden presentar paros inesperados por reparación de las unidades (con los costos que esto conlleva), así como la disminución de su vida útil.

Recomendaciones

Ante ello, los proveedores de la industria del autotransporte están generando una mayor innovación para la lubricación de vehículos pesados.

Ralenti mientras están camiones en fila

En ese sentido, especialistas señalan que se debe tener un correcto diagnóstico de las unidades de última milla (periodos de mantenimiento). A la par, se debe contar con un análisis del aceite que se requiere y estudiar la operación para llevar a cabo los cambios adecuados del mismo.

“Tenemos análisis de aceite como parte de nuestras herramientas, el cual identifica la viscosidad, oxidación, metales de desgaste, si hay una contaminación externa, etc”, señala Pablo Poveda, gerente de desarrollo de negocios de Valvoline para la región de Centroamérica.

La compañía, la cual ofrece productos de servicio pesado como aceites de motor, refrigerantes y grasas, señala que con ello se busca tomar las mejores decisiones y darle más vida a las unidades, con un periodo de mantenimiento más eficiente.

En la actualidad, la compañía cuenta con su producto ‘estrella’ llamado Premium Blue One Solution, el cual puede trabajar con diésel, gasolina y gas natural en un solo envase; con ello, se pueden reducir los inventarios a un solo producto.

“Si un aceite tiene una excelente resistencia a la oxidación esto se traduce en más vida del aceite y más tiempo produciendo las unidades”, indica Poveda.

En la actualidad, Valvoline opera una red global de laboratorios de investigación y desarrollo, centros de distribución y módulos de atención a clientes en 140 países, incluyendo a México.

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