El dilema de las baterías: el gran reto para las flotas de camiones eléctricos de Drayage

Los camiones eléctricos utilizados en operaciones de “drayage” —movimiento de contenedores entre los puertos y centros de distribución— enfrentan una importante limitación: la autonomía de sus baterías. En la mayoría de los casos, estos vehículos solo pueden operar entre 160 y 320 kilómetros con una carga completa, lo que restringe su eficiencia operativa, especialmente si el tiempo de recarga no está optimizado.
Con la entrada en vigor de regulaciones más estrictas sobre emisiones en California, muchas empresas de transporte de carga están apostando por camiones eléctricos como alternativa a los modelos diésel tradicionales. Sin embargo, a medida que esta transición se acelera, uno de los retos más grandes para las flotas es el rendimiento, peso y duración de las baterías.
Además, los tiempos de recarga aún son elevados, incluso con estaciones de carga rápida. Para una operación de logística ajustada a ventanas de tiempo reducidas, estas demoras pueden representar pérdidas económicas o una necesidad de contar con vehículos adicionales de respaldo.
Peso y capacidad de carga
Otro de los puntos críticos es el peso de las baterías. A diferencia de los camiones diésel, los eléctricos requieren paquetes de baterías que aumentan significativamente el peso bruto del vehículo, lo que reduce la capacidad útil de carga. Esto es particularmente problemático en el transporte de contenedores, donde el límite de peso puede representar la diferencia entre un viaje rentable y uno ineficiente.
Infraestructura insuficiente
La falta de infraestructura de carga en zonas portuarias y centros logísticos sigue siendo otro obstáculo. Aunque el gobierno de California ha anunciado inversiones para desarrollar redes de carga, el despliegue ha sido lento, lo que obliga a muchas flotas a operar de manera híbrida o a depender de rutas limitadas donde exista acceso confiable a energía.
Implicaciones para México
Este escenario tiene relevancia directa para el autotransporte en México, especialmente en zonas fronterizas como Tijuana, Mexicali y Nuevo Laredo, donde los flujos de carga están altamente integrados con el mercado estadounidense. A medida que California empuje la electrificación del transporte, es probable que México también enfrente presiones para adoptar tecnologías limpias, lo que obliga a los transportistas mexicanos a prepararse técnica y financieramente.
Conclusión
La electrificación del transporte de carga es una meta necesaria para mitigar el cambio climático, pero también presenta desafíos complejos. Las baterías, por ahora, siguen siendo el principal cuello de botella técnico y operativo. La solución requerirá innovación tecnológica, inversión pública en infraestructura, y una planeación logística que permita aprovechar al máximo el potencial de los vehículos eléctricos sin comprometer la rentabilidad del sector.