El Diésel, de héroe a villano
Hasta no hace demasiado tiempo los Diésel eran ruidosos, sucios y su humo negro hacía sospechar que eran muy contaminantes, rápidamente eso cambió y de repente los Diésel aparecieron como los paladines contra el cambio climático. De hecho, hoy en día todavía se ven numerosas versiones de marcas ECO-algo para vender una imagen de poco consumo y contaminación. Pero, de un tiempo a esta parte la opinión sobre ellos ha cambiado.
El gasoil “verde” es combustible muy bien filtrado por las petroleras. Su calidad y eficiencia depende del transporte y almacenamiento y la mejora en el motor está dada por las nuevas tecnologías que se emplean para utilizarlo.
Es verdad que el Diésel consume menos que un motor naftero. Hace unas décadas, los coches que empleaban este combustible eran ruidosos y sucios, de ahí que sus ventas no fuesen muy altas. Fue entonces cuando algunos países europeos decidieron gravarlo con impuestos más bajos, hasta el punto que llegó a ser la mitad de barato que un motor naftero. Con estos incentivos en los impuestos a las ventas y el patentamiento los diésel comenzaron a despegar en el mercado, al tiempo que los fabricantes iban también refinando sus vehículos.
Fue a finales de los años noventa cuando se popularizaron los motores con nomenclaturas TDi, HDi, TDCi… que además de gastar menos, ofrecían prestaciones superiores y mejoraban su sonoridad. Coincidió con el aumento de la preocupación sobre el cambio climático y había que contraer las emisiones de dióxido de carbono (CO2) a toda costa. Con una menor combustión de combustible (el diésel gasta menos) se emitía menos CO2, la ecuación parecía cerrada.
El característico humo de un motor Diésel anticuado no era tan contaminante como se pensaba. Aunque no es saludable respirarlo sus partículas de gran tamaño son filtradas por el cuerpo humano.
Un coche diésel antiguo se reconocía a la legua, pues dejaba tras él un humo negro, muy denso. Lógicamente, eso casaba muy mal con la idea de limpieza y ecología del diésel. Así que las autoridades, hace una década, comenzaron a preocuparse por esta contaminación “visible“. Las petroleras debieron filtrar mejor el gasoil que vendían, para que no expulsara partículas sólidas de 10 milésimas de mm de tamaño (PM 10) y aparecieron los combustibles “verdes” que son otra cosa que gasoil bien filtrado con algún aditivo que promete más de lo que consigue.
Amenaza invisible
El problema, es que “verdes” “ultra” o “especiales” los gasoil sí emiten partículas de tamaños menores (PM 2.5). Son partículas tan pequeñas que atraviesan los filtros corporales y se depositan en los bronquiolos (en los pulmones, donde se intercambia oxígeno y sangre), de donde no pueden extraerse. Sin embargo, aquellas grandes y sucias partículas del humo negro que sí se veían (incluso manchaban edificios) no pasaban más allá de la nariz o la tráquea garganta.
Fue la Organización Mundial de la Salud (OMS la que dio la voz de alarma sobre la amenaza invisible porque los Diésel además de expulsar una mayor cantidad de partículas emiten más óxido de nitrógeno (NoX, un (cancerígeno), con apenas presencia en las naftas y que empeoran la calidad del aire (sobre todo en las ciudades, ayudados por las calefacciones domésticas). Se confirmaba que aumentaba la mortalidad (algunos estudios señalan que incluso aumenta el colesterol y está detrás de la desaparición de las abejas), así que llegaba el momento de actuar.