Critican a Amotac por fomentar Huachicoleo
La cínica (o cándida) declaración de un par de directivos de la Asociación Mexicana de Organizaciones Transportistas (AMOTAC) evidencia la facilidad con la que los delincuentes introducen los productos de sus robos al mercado nacional y el absoluto desprecio por el respeto a las leyes de los mexicanos.
Juan Ciro Durán, consejero nacional de la AMOTAC, reconoció al grupo Reforma que los camioneros del corredor México-Puebla-Veracruz le compran el diésel a los “huachicoleros” u ordeñadores de combustible, según una nota publicada en la edición del viernes 30 de junio en el periódico regiomontano El Norte.
El mismo presidente de la AMOTAC, Rafael Ortíz Pacheco, respaldo dicha afirmación en una entrevista con medios de comunicación en Veracruz, según dice la nota: “Con el costo de combustible que nos impuso el Gobierno federal, aparte de caro, malo e incompleto, la ventaja que tenemos con ellos (los huachicoleros) es que al menos va completo y es más barato. Todos consumen este tipo de combustible, hasta los grandes, los de doble remolque”.
El robo de cualquier producto no puede florecer si los delincuentes no encuentran vías para comercializarlo y así obtener los ingresos que esperaban por sus acciones delictivas. Esto aplica absolutamente para todos los productos o servicios (pues esto es precisamente lo que opera en el caso de la corrupción).
Por ello es evidente que los robos de todos los productos (gasolina, electrodomésticos, acero, etc.) en algún punto de la cadena de producción, distribución o comercialización tienen que encontrar la complicidad de los negocios establecidos o los particulares presuntamente honorables, pues de otra forma su valor sería muy bajo y la actividad no sería rentable para los delincuentes.
Esto es muy claro y evidente en el caso de las refacciones de los vehículos automotores, particularmente los automóviles y camionetas de uso particular, ya que en muchos de los casos los mismos asaltados recompran las mismas partes que les robaron en las tiendas ubicadas en zonas muy bien identificadas. En la capital de la república, todos saben que prácticamente todos los comercios de la famosa Colonia Los Doctores, así como, otras zonas muy bien identificadas venden estas autopartes a precios muy por debajo del costo de las mismas. Lo mismo sucede en casi todas las áreas metropolitanas del país.
Pero lo que sucede con las autopartes no es una excepción sino la regla y lo único que cambia con otros productos es que no son comercios irregulares o informales los que comercializan esos productos, sino empresas debidamente conformadas y registradas; pero, obviamente, igualmente cómplices conscientes de los delincuentes y, por ende, ellos mismos violadores de la ley.
No podía ser de otra manera en el caso de los tres productos ya citados explícitamente tres párrafos arriba, pues necesariamente requieren de la complicidad de negocios formalmente establecidos.
Así que la declaración de los directivos de la organización de transportistas, simplemente confirma algo que era evidente, pero también es muy ilustrativa de la cultura reinante (al menos entre estos camioneros), pues la justificación de su acción criminal está a flor de piel: la diferencia del precio, el litro de diésel en la gasolinera es de 17 pesos y los ordeñadores lo dan a 10.50 u once pesos; los litros completos, en la gasolinera les dan litros incompletos, los huachicoleros sí les dan lo que les cobran; y, por si esto no fuera suficiente (según el declarante) los transportistas también tienen que compensar los constantes robos de los que son víctimas en las carreteras (según él, “hasta tres diarios”).
En ningún momento hay una señal (por más leve que sea) de que están conscientes de que ellos también infringen la ley; que su complicidad es precisamente lo que hace florecer el robo de combustibles; o tan siquiera un remordimiento de conciencia por comprar algo robado. Nada, ni por asomo, simplemente la justificación.
Pero lo mismo hace el gran empresario, el pudiente ciudadano o, incluso, el comerciante informal cuando defrauda al fisco: “para que pagar impuestos, si los gobernantes se lo van a robar y ellos serán los únicos beneficiados”. Y este es el círculo vicioso en el que estamos inmersos en México.
Cierto los beneficios de todas estas acciones delictivas (porque todas lo son) no se reparten equitativamente; ni siquiera estos ingresos se distribuyen justamente. Y, también es cierto que los que perforan los ductos para extraer los combustibles; los que asaltan los camiones con electrodomésticos, acero o cualquier otro producto; los narcotraficantes y un largo etcétera son tachados de criminales y, formalmente son perseguidos por la justicia.
Mientras los que extorsionan por hacerse de la vista gorda, permitirlo e incluso promoverlo; los empresarios que los comercializan o utilizan como insumos (como en el caso de los transportistas); el particular que conscientemente compra productos obtenidos ilegalmente; los funcionarios públicos que asignan arbitraria y discrecionalmente contratos amañados y los contratistas generosos, gozan de un reconocimiento social y disfrutan cómodamente de sus ganancias.
Y todos (los llamados delincuentes y los honorables gobernantes, empresarios, profesionistas, particulares, etc.) son delincuentes e igualmente responsables de la falta de respeto a la ley y la impunidad reinante en México. Ése es el círculo vicioso que hay que romper; justificaciones para entregar una mordida, evadir el pago de un impuesto, comprar un producto más barato o simplemente hacernos de la vista gorda siempre encontraremos.