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Cuando nació la era de la infraestructura vial: Las primeras autopistas de cobro en México

La historia del autotransporte de carga y del desarrollo logístico en México cambió para siempre a mediados del siglo XX, cuando surgieron las primeras autopistas de cobro. Estas vías, concebidas como soluciones modernas para mejorar la conectividad y eficiencia del transporte terrestre, marcaron un parteaguas en la movilidad nacional y en la economía del país.

La primera autopista de peaje inaugurada en México fue la México-Cuernavaca, abierta al tráfico en 1952. Con una extensión de aproximadamente 85 kilómetros, esta vía se diseñó para facilitar el acceso entre la capital del país y el estado de Morelos, promoviendo el turismo, la actividad económica y, de manera incipiente, el movimiento de carga ligera. Su operación bajo un esquema de cobro permitió financiar su construcción y mantenimiento, modelo que posteriormente sería replicado en diversas regiones.

Otra obra temprana y significativa fue la autopista México-Querétaro, inaugurada en 1958, que hoy en día sigue siendo una arteria esencial para el transporte de mercancías en la región centro-bajío. Su apertura impulsó el crecimiento industrial de Querétaro y zonas aledanas, permitiendo tiempos de traslado más cortos y mejorando la competitividad de los negocios locales.

El modelo de autopistas de peaje se expandió rápidamente en las décadas siguientes, particularmente en los años 70 y 80, acompañando el auge del autotransporte de carga como método principal para el movimiento interno de bienes. Actualmente, la red de autopistas de cuota supera los 9,500 kilómetros, conectando centros logísticos, puertos, fronteras y zonas industriales clave.

Estas primeras autopistas no solo facilitaron el comercio y el turismo, sino que también introdujeron nuevos desafíos para transportistas y operadores logísticos: la planeación de costos de peaje, la optimización de rutas y la necesidad de mejorar la seguridad vial en corredores cada vez más transitados.

Hoy, a más de 70 años del inicio de esta era, las autopistas de cobro siguen siendo un componente estratégico para el desarrollo económico de México, y continúan evolucionando hacia esquemas de concesión más flexibles, integración tecnológica y sistemas de peaje inteligentes, adaptándose a las nuevas demandas del comercio y el autotransporte moderno.

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