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Costo incremental del transporte y nulo desarrollo tecnológico de México hace que el T-MEC sea una fantasía

La Cumbre de Líderes de América del Norte (CLAN) se lleva a cabo esta semana. Se trata de la segunda reunión trilateral de este tipo desde que el Tratado México, Estados Unidos-Canadá (T-MEC/T-USMCA/CUSMA) entró en vigor el 1 de julio de 2020. esto aplica en el transporte y otros aspectos.

En conjunto, estos tres países generan casi un tercio de la actividad económica mundial, representan un mercado de más de 500 millones de personas. Cerca de la mitad del comercio de América del Norte es intrarregional.

Previo a su primera reunión, grupos empresariales de toda América del Norte destacaron la necesidad de que los sectores público y privado trabajen juntos para expandir el comercio y el transporte, apoyar eficazmente a las MiPyMES y evitar interrupciones en las cadenas de suministro.

Para el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), el T-MEC/USMCA/CUSMA tiene como propósito facilitar una cooperación económica más estrecha y proporcionar seguridad jurídica para el comercio transfronterizo y la inversión, con mecanismos sólidos de solución de controversias.

“Los acontecimientos recientes han transformado significativamente los flujos de comercio internacional y de inversión, y América del Norte tiene una ventana de oportunidad corta para capitalizar sus ventajas competitivas incomparables”, señaló el CCE.

México, un socio incómodo en el transporte en el T-MEC

De manera puntual, los tres países son sistemáticamente el principal socio comercial del otro. Sin embargo, para Ramses Pech, especialista y analista del sector energético, México está empezando a ser un socio incómodo en el transporte, ya que no produce lo que el mercado necesita.

“México presenta hoy una codependencia, porque gran parte del PIB nacional está en función de las exportaciones realizadas, y está siendo afectado en 2022, al haber un alto déficit en la balanza comercial, originado por importar en mayor cantidad a productos de insumo intermedio”, indica Pech.

Esto ha costado caro a EU en las últimas dos décadas, debido a que México no desarrolla tecnología nueva y su vocación solo es de ensambladora.

Ante esta situación, Canadá y EU están revisando en que otros países de América Latina pueden apoyarse. El objetivo es desarrollar manufactura con inversiones específicas y posiblemente realizar acuerdos trilaterales o bilaterales.

“Su visión es satisfacer la demanda ante la poca productividad de México, y a las rupturas legales, normativas, y de seguridad en ciertas regiones”, señala el experto.

En ese sentido, el costo incremental del transporte podría ser sustituido por una mano más barata y así parar la migración.

“La realidad es que México no ha sabido, no sabe y creo no sabrá, que firmó. Es muy probable que el tratado pueda terminar en 2026, a como hoy en día está”, señala Pech.

En tal contexto, el rumbo del T-MEC durante los próximos meses dependerá de todas las mesas actuales y las posteriores que vendrán antes de esta fecha; esto será de gran interés para visualizar cuánto ganaron los socios de México, y cuánto los mexicanos tuvimos que pagar.