Brasil libera comercio de autos con Argentina y México
Brasil quiere liberalizar el comercio de vehículos y partes con Argentina y México, dijo este jueves a Reuters el ministro de Comercio, Armando Monteiro, una decisión que alejaría al país del proteccionismo.
“Nuestra industria automotriz es muy competitiva y se beneficiará con esos acuerdos”, dijo Monteiro. “Necesitamos movernos en la dirección del libre comercio”.
El Gobierno de la presidenta Dilma Rousseff está tratando de impulsar el comercio para aliviar los problemas de las industrias locales y sacar ventaja de la debilidad del real, que ha hecho que los productos brasileños sean más baratos en el exterior.
Monteiro ha estado bajo una fuerte presión de los productores locales de autos, que pasan por un momento difícil debido a la recesión en el país.
El ministro dijo que la prioridad del Gobierno es revisar un acuerdo automotor bilateral con Argentina que expira a fines de junio y avanzar en las negociaciones para ampliar el comercio general con México.
Agregó que la liberalización del comercio automotor con Argentina podría ser gradual. A pesar de que son importantes socios del bloque sudamericano Mercosur, los dos países aplican cuotas al intercambio de vehículos.
Una fuente del Gobierno brasileño dijo más temprano el jueves a Reuters que el presidente de centroderecha de Argentina, Mauricio Macri, ha indicado su voluntad de liberar el comercio automotor como parte de su campaña por revitalizar la economía.
El mismo funcionario, involucrado en las negociaciones con ambos países, sostuvo que México debe limitar las importaciones de vehículos usados desde Estados Unidos antes de que Brasil pueda liberalizar totalmente el comercio.
La importación de vehículos desde Estados Unidos reduce la demanda por automóviles brasileños, dijo la fuente.
Hasta hace poco, Brasil era uno de los cinco mercados automotores más grandes del mundo y aún es una importante sede para las operaciones de Fiat Chrysler Automobiles NV, Volkswagen AG, General Motors Co y Ford Motor Co.
Fuente El economista