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Aumento alarmante de robos de carga en EE. UU.: bandas organizadas y tecnología impulsan el crimen

Los robos de carga en Estados Unidos han alcanzado niveles sin precedentes. De acuerdo con datos del sector asegurador y de agencias federales, durante 2024 se registraron cerca de 3,800 incidentes, lo que representa un aumento de más del 25 % en comparación con el año anterior. Las pérdidas económicas superaron los 455 millones de dólares, aunque se estima que la cifra real podría rebasar los 1,000 millones, debido al subregistro y la poca denuncia de casos por parte de las empresas.

Las zonas más afectadas incluyen estados clave en la cadena logística: California, Texas, Georgia, Illinois y Florida. Ciudades como Los Ángeles, Dallas-Fort Worth, Atlanta y Chicago han sido identificadas como puntos rojos debido a su alta concentración de centros de distribución y patios logísticos.

Robos planeados al detalle

El fenómeno ha evolucionado drásticamente. El modus operandi ya no se limita a robos violentos en tránsito o saqueos en paraderos. Las bandas delictivas ahora emplean tácticas complejas como los llamados “fictitious pickups” o recogidas ficticias. Estas consisten en suplantar a empresas transportistas legítimas mediante documentación falsa, registros alterados ante la FMCSA (Federal Motor Carrier Safety Administration) y perfiles digitales creados con datos robados.

Con este método, los criminales logran acceder a cargas valiosas sin usar la fuerza: simplemente las recogen “legalmente” de los centros de distribución, desapareciendo sin dejar rastro. Estas operaciones requieren conocimiento técnico, acceso a bases de datos, y en muchos casos, colaboración de insiders dentro de las propias empresas logísticas.

Otro método frecuente incluye el uso de inhibidores de señal (jammers) para desactivar los sistemas de rastreo GPS durante el traslado. Los ladrones también aprovechan vulnerabilidades tecnológicas en plataformas de carga digital, como DAT Freight & Analytics, para interceptar rutas o manipular asignaciones de viajes.

Mercancías bajo amenaza

Los productos más robados son aquellos de alta demanda y rápida comercialización:

  • Alimentos y bebidas lideran la lista, por su facilidad para entrar al mercado negro.
  • Le siguen la electrónica de consumo, ropa de marca, medicamentos, autopartes y metales industriales.
    Casos recientes incluyeron el robo de una carga completa de televisores en Illinois y otro de productos lácteos por un valor superior a los 300,000 dólares en Wisconsin.

¿Quién está detrás?

Las investigaciones apuntan a bandas organizadas de origen internacional con células locales en múltiples estados. Estos grupos operan con una estructura profesional, dividiéndose tareas de inteligencia, logística, ejecución y reventa. Algunos detenidos han estado previamente vinculados a redes criminales en Europa del Este, Sudamérica o Asia.

Autoridades como el FBI y el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) han identificado patrones comunes entre los casos, como empresas fantasmas recién registradas, domicilios ficticios y la reutilización de números DOT de compañías legítimas para ocultar sus operaciones.

Reacción oficial y del sector

Ante esta amenaza, la FMCSA ha reforzado sus controles de registro de transportistas y se encuentra desarrollando una base nacional de validación digital para prevenir suplantaciones. En el Congreso, iniciativas como la Safeguarding Our Supply Chains Act buscan mejorar la coordinación federal contra el robo de carga.

El sector privado también ha respondido: algunas empresas están invirtiendo en tecnologías antijamming, escoltas privadas, validación biométrica de operadores y monitoreo satelital de última generación. Sin embargo, la fragmentación del sector logístico y la falta de estándares de seguridad unificados dificultan una respuesta más efectiva.

Conclusión

El robo de carga en EE. UU. ya no es un problema aislado, sino una amenaza sistémica que impacta la seguridad de las cadenas de suministro, eleva costos logísticos y afecta la competitividad. La creciente sofisticación de las bandas delictivas exige una respuesta igualmente estratégica por parte de autoridades, empresas y asociaciones de transporte.

Mientras la tecnología avanza, también lo hace el crimen. La clave será quién logra adaptarse más rápido.

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