
La revisión automática del T-MEC prevista para 1 de julio de 2026 se aproxima y ya comienza a vislumbrarse su impacto en ámbitos que hasta ahora han estado en segundo plano. Uno de esos ámbitos es el transporte ferroviario de carga internacional entre México y Estados Unidos, un segmento clave para optimizar rutas, reducir costos y desafiar la hegemonía del transporte por carretera. Pero no hay garantías: el ferrocarril podría verse obligado a competir con nuevas barreras reguladoras, cambios en permisos, reglas de origen o adaptaciones fronterizas que condicionarán su crecimiento.
La discusión pública ya ha comenzado: vehículos de carga, asociaciones ferroviarias y autoridades advierten que la revisión del tratado no puede dejar fuera las reglas que rigen el intercambio ferroviario transfronterizo ni las regulaciones de acceso, infraestructura y tratamiento aduanero.
Estado actual del ferrocarril México-EE. UU.
El ferrocarril en México ha sido desde la liberalización uno de los vectores de largo recorrido, especialmente para cargas pesadas y como complemento al transporte marítimo y terrestre. El modelo concesional y privado, con empresas como Ferromex, Kansas City Southern de México (ahora integrado a CPKC) y otros operadores, le ha permitido articular rutas internas, nodos logísticos y conexiones internacionales.
Sin embargo, para la frontera suroeste del país, rutas ferroviarias como la que conecta Baja California con regiones fronterizas han ganado visibilidad por su potencial para desahogar la congestión aduanera en puertos terrestres. Por ejemplo, BJRR (Baja California Railroad) propone que un tren de 60 vagones cruce la frontera en 30 minutos, reemplazando cientos de camiones en zonas congestionadas. Esto plantea que el tren podría recuperar terreno si las condiciones regulatorias lo permiten. (Mexicobusiness)
Pero no todo es lineal: en 2025 la Asociación Mexicana de Ferrocarriles declaró que el crecimiento del transporte ferroviario será “plano” si no hay mejoras en cruces fronterizos, procedimientos aduaneros y homologación de normativas. (T21)
Qué puede revisarse en el ámbito ferroviario dentro del T-MEC
- Permisos de operación transfronteriza y autorización DOT / STB
Hoy, los ferrocarriles mexicanos que cruzan a EE. UU. deben cumplir con regulaciones estadounidenses (Surface Transportation Board, DOT) que supervisan tarifas, rutas y competencia. La revisión del T-MEC puede fomentar reglas más equilibradas que no penalicen rutas mexicanas. - Homologación regulatoria y estándares técnicos
Diferencias en norma de frenos, señales, ancho de vía, compatibilidad de material rodante pueden entorpecer el tránsito ferroviario internacional. Una revisión del tratado podría impulsar estándares comunes o reconocimientos mutuos que faciliten la interoperabilidad. - Reglas de origen vinculadas a ferrocarril
A futuro, podrían incluirse incentivos si parte del transporte internacional se hace por ferrocarril, especialmente en cadenas de exportación. Eso incentivaría que más contenido “viaje por tren” para cumplir límites de contenido regional. - Trámites aduaneros, puestos de revisión y sincronización fronteriza
Los cruces ferroviarios entre México y EE. UU. padecen demoras por diferencias en procedimientos aduanales, inspecciones y cruces fronterizos múltiples. Durante la revisión del T-MEC se puede exigir mejoras normativas para reducir esos cuellos de botella. - Acceso a infraestructura y capacidad compartida
Que una empresa transfronteriza pueda reservar vía, tiempos y capacidad en terminales o puentes ferroviarios con tarifas transparentes. El tratado puede sancionar prácticas que bloqueen al competidor foráneo. - Sostenibilidad y emisiones
En el contexto global, es posible que la revisión incluya cláusulas verdes: premiar transporte ferroviario por su menor huella de carbono frente al camión, lo que podría traducirse en preferencias arancelarias, subsidios o esquemas de crédito climático para rutas con componente ferroviario.
Riesgos y resistencias
- Resistencia del sector camionero: muchos de los actores que hoy dominan la última milla terrestre podrían oponerse si el tren desplaza cuota de mercado en rutas largas.
- Intereses estatales divergentes: algunos estados fronterizos podrían privilegiar corredores por carretera si reciben más inversión para autopistas.
- Desigualdad en capacidad operativa: empresas mexicanas más pequeñas podrían no cumplir estándares técnicos o financieros para operar rutas ferroviarias internacionales.
- Retrasos en acuerdos bilaterales encubiertos: aunque el T-MEC sea trilateral, Estados Unidos podría negociar puertas traseras y excepciones bilaterales que excluyan rutas mexicanas frágiles.
Qué se está moviendo ya
México y Canadá han delineado un plan de acción conjunto para el proceso de revisión, coordinando posiciones frente a EE. UU. En el sector transporte, transportistas mexicanos ya plantean demandas de libre tránsito, homologación y claridad legal para ferroviarias.
Además, Estados Unidos comenzó su consulta pública para la revisión del USMCA: ejecutivos del transporte tienen 45 días para presentar comentarios sobre cláusulas vigentes, incluida la operación transfronteriza ferroviaria.
El Consejo de Comercio del T-MEC —órgano que administra la revisión del tratado— será el escenario donde México puede proponer ajustes en transporte ferroviario como parte de las reformas del tratado. (CSIS)
Visión estratégica: qué ganar si México actúa bien
- Alternative modal real para grandes rutas: México puede aportar una red ferroviaria competitiva que conecte el interior con la frontera y reduzca dependencia al camión.
- Menor costo logístico por tonelada-kilómetro: el tren tiene ventaja en distancias largas y corrientes densas.
- Mejor posicionamiento regional en cadenas globales: empresas exportadoras podrían preferir rutas con transporte ferroviario seguro para mejorar calidad logística y cumplimiento.
- Sostenibilidad y perfil verde: el ferrocarril será clave en la imagen de México como corredor limpio en América del Norte.