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Gas LP sobre ruedas: más de 31 mil camiones realizan transporte de gas, son todos seguros?

En México, la columna vertebral del suministro de gas licuado de petróleo (LP) no son ductos ni barcos, sino camiones que circulan todos los días por carreteras y calles de ciudades. Más de 31 mil unidades —desde pequeños repartidores hasta tractocamiones cisterna— son responsables de llevar este combustible indispensable a millones de hogares y negocios.

El gas LP es la principal fuente de energía para cocinar y calentar agua en el país: 76% de los hogares mexicanos lo utiliza. Al año se consumen alrededor de 8.5 millones de toneladas, por lo que su transporte es una operación crítica y continua.

Un sistema de distribución masivo

El abasto inicia en 34 centros de almacenamiento distribuidos en 16 estados. De ahí se alimentan 1,116 plantas de almacenamiento más pequeñas que funcionan como nodos de redistribución. La cadena termina en aproximadamente 29.5 millones de hogares y 3,629 estaciones de servicio en todo el territorio nacional.

Para mover todo ese volumen se utilizan diferentes tipos de vehículos:

  • Camionetas y camiones pequeños de reparto domiciliario, que llevan unos 1,500 litros por viaje.
  • Pipas medianas para surtir tanques estacionarios, con capacidad de entre 4,500 y 8,000 litros.
  • Tractocamiones cisterna de gran escala, capaces de transportar hasta 49,000 litros en cada trayecto.

Esta flota constituye una de las operaciones de transporte de sustancias peligrosas más grandes del país.

Riesgos y desafíos en la operación

Mover gas LP implica riesgos importantes. Cada vehículo circula cargado con un combustible altamente inflamable en entornos urbanos y carreteras que no siempre cuentan con las condiciones óptimas de seguridad.

Las fallas mecánicas, la falta de mantenimiento y la operación de unidades sin permisos o seguros vigentes incrementan la vulnerabilidad del sistema. A esto se suma la necesidad de contar con infraestructura logística suficiente para evitar cuellos de botella y garantizar el abasto uniforme en todo el país.

Además, la dispersión geográfica de las plantas de almacenamiento y estaciones de servicio exige coordinación regulatoria y operativa entre autoridades federales, estatales y municipales.

Un reto de seguridad energética y vial

El sistema actual ha demostrado capacidad para abastecer a millones de consumidores, pero también deja ver su fragilidad ante accidentes, bloqueos o falta de supervisión. Para los expertos, reforzar la seguridad operativa, modernizar la flota y establecer protocolos más estrictos es indispensable para minimizar riesgos.

En un país donde la mayor parte de los hogares depende del gas LP, cualquier interrupción en su transporte puede tener consecuencias inmediatas en la vida cotidiana y en la economía familiar. Por eso, el desafío no es solo mover el gas, sino hacerlo con seguridad, eficiencia y previsión a largo plazo.

Esta es la fotografía actual de un sistema que mantiene encendidas las estufas de México. La pregunta es si, con el crecimiento de la demanda y el tránsito cada vez más intenso, se podrá mantener el equilibrio entre abasto oportuno y seguridad en las calles.

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