El autotransporte mexicano entra en la mesa de negociación del T-MEC: retos y escenarios ante la revisión de 2026

La próxima revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), fijada para julio de 2026, vuelve a colocar al autotransporte de carga mexicano en el ojo del huracán. Con más del 80 % de las exportaciones del país moviéndose por carretera hacia EE. UU., el sector está obligado a defender su presencia ante posibles ajustes que podrían redefinir su competitividad region
Durante la reciente Convención Nacional de CANACAR, el consultor internacional Moisés Zabaleta enfatizó que el autotransporte es una arteria esencial para unir cadenas productivas dentro y fuera del país. Su intervención expuso que, aunque México depende fuertemente del tonelaje que cruza la frontera, hoy solo 82 empresas mexicanas operan vuelos de línea comercial con más de 1,400 unidades en EE. UU., una cifra muy baja frente al universo de transportistas estadounidenses.
Áreas clave de revisión que impactan al transporte terrestre
El artículo identifica varios ámbitos de negociación que podrían afectar de modo sustancial al autotransporte:
- Eficiencia de cruces fronterizos. Si persisten cuellos de botella fronterizos, la competitividad del transporte mexicano se verá erosionada.
- Infraestructura para transporte. El mejoramiento de carreteras, puentes y zonas logísticas en las zonas limítrofes será vital para mantener flujos comerciales ágiles.
- Corredores intermodales. Integrar carretera con ferrocarril y marítimo puede ser una palanca importante dentro del bloque.
- Digitalización y trazabilidad aduanal. El cruce de mercancías puede depender cada vez más de sistemas interoperables, seguimiento en tiempo real y conectividad entre plataformas.
- Inspección coordinada. Autoridades de los tres países tendrán que armonizar criterios de vigilancia, protocolos y estándares de revisión.
- Transición energética. El impulso a la electromovilidad y combustibles alternativos cobrará protagonismo en estándares de operación.
- Armonización regulatoria. Reglas de tránsito, licencias, documentación y homologación podrían nivelarse para facilitar la operación trilateral.
- Reconocimiento mutuo de estándares. Un mismo permiso o capacitación podría ser válido en los tres países.
- Seguridad carretera. La coordinación debe incluir protocolos comunes de vigilancia y combate al robo de carga.
- Incertidumbre regulatoria. Los transportistas piden certeza: programas de operación a largo plazo sin cambios abruptos.
Dilemas y presiones del sector transporte
El autotransporte mexicano vive presiones múltiples:
- Unas reglas de origen más exigentes o mayores requisitos técnicos pueden elevar costos de operación.
- La política migratoria estadounidense ya intentó imponer como requisito el dominio del inglés para operadores mexicanos, tema que reaparece como punto de disputa ante la revisión.
- La reserva de EE. UU. en materia de transporte terrestre permite que Estados Unidos aplique restricciones si considera que las empresas mexicanas representan competencia desleal, lo que exige demostrar que no hay violación de normas.
- Con solo 82 empresas con permisos para operar en EE. UU., el espectro de competencia real es reducido frente a los operadores domésticos de EE. UU.
Escenarios frente al T-MEC y expectativas del sector
El consultor Zabaleta planteó tres posibles caminos para la revisión:
- Renovación completa por 16 años más, manteniendo el tratado vigente con ajustes menores.
- Continuidad parcial con revisiones frecuentes, lo cual introduciría mayor flexibilidad pero también volatilidad.
- Extinción parcial del T-MEC en 2036, con cláusulas de salida anticipada o renegociaciones continuas.
Para estabilidad sectorial, el autotransporte apuesta a que México participe activamente en las consultas previas, que su voz sea escuchada y que las reglas del juego definan mecanismos claros, equitativos y predecibles.