
La Cámara Nacional del Autotransporte de Carga (CANACAR) ha hecho un posicionamiento claro: el autotransporte está al borde de un colapso y requiere políticas públicas estructurales, no parches temporales. Durante una comparecencia reciente, sus dirigentes exigieron que el gobierno federal reconozca la gravedad del escenario y actúe con visión de largo plazo.
Escenario de tensión
El sector del autotransporte enfrenta una tormenta perfecta: retrasos en trámites federales (emplacamiento, permisos), encarecimiento de insumos, déficit de operadores, inseguridad en rutas y competencia feroz con otros modos logísticos. Ante eso, CANACAR alerta: si no se actúa con prontitud, muchas empresas —sobre todo medianas y pequeñas— podrían desaparecer.
En su solicitud oficial, la cámara propone medidas de “alivio inmediato” junto con reformas estructurales. Ya no bastan paliativos. Los líderes del sector advierten que algunas unidades operan con pérdidas o márgenes irrelevantes, lo que erosiona la competitividad y fractura la sostenibilidad del negocio.
Demandas estratégicas de CANACAR
Durante su posicionamiento público, CANACAR planteó varias líneas prioritarias que, según ellos, el gobierno federal debe asumir sin dilación:
- Desburocratización y digitalización de trámites federales. Emplacamiento, permisos, renovación de licencias y altas debe gestionarse bajo plataformas digitales robustas que eviten rezagos o cuellos de botella.
- Inversión en infraestructura carretera. Rehabilitación de tramos deteriorados, mayor inversión para conservar tramos clave y mantenimiento preventivo constante.
- Apoyo a PYMES del transporte. Facilidades fiscales, estímulos para renovación vehicular y esquemas de financiamiento blandos que no asfixien a las empresas pequeñas.
- Seguridad en rutas y protección de la carga. Acciones con autoridades estatales y municipales para reforzar vigilancia, corredores seguros y recuperación de unidades robadas.
- Políticas energéticas estables y previsibles. Que el costo del combustible no siga siendo una espada de Damocles para los transportistas.
- Diálogo permanente con autoridades. Mesas sectoriales que permitan seguimiento real, rendición de cuentas y planes por regiones.
CANACAR advierte que la fragmentación regional —las diferencias entre lo que requiere un transportista en Chiapas frente a uno en Nuevo León— exige políticas horizontales combinadas con adaptaciones locales.
Riesgos si no se actúa
- Empresas que no resisten la presión podrían liquidarse o fusionarse, concentrando el mercado y reduciendo competencia.
- Reducción de rutas rentables, abandono de servicios en zonas de baja densidad y menor conectividad regional.
- Freno al crecimiento del transporte nacional, afectando cadenas logísticas agrícolas, manufactureras y de consumo.
- Desplome de empleos formales en el sector y aumento de transportistas informales con prácticas inseguras y competencia desleal.
El llamado de CANACAR va más allá de un reclamo gremial: es un alerta nacional. Cuando el transporte se debilita, las ruedas que mueven la economía —insumos, alimentos, bienes manufacturados— también se ralentizan.