
Desde las 08:00 horas, la autopista México-Querétaro quedó bloqueada en ambos sentidos a la altura de Jilotepec–Soyaniquilpan. Transportistas y vecinos se manifestaron para exigir la localización con vida de dos operadores, presuntamente secuestrados por un grupo criminal en la región.
Qué exigían:
Los manifestantes denunciaron una situación insostenible: extorsiones, secuestros y homicidios que golpean al sector. La consigna fue contundente: “Somos gente de trabajo, no criminales”. El paro no era solo por los desaparecidos, sino por la falta de seguridad generalizada en las carreteras.
Qué hicieron las autoridades:
La Guardia Nacional implementó cierres intermitentes y se realizaron mesas de diálogo entre autoridades y transportistas. Sin embargo, no hubo avances concretos en las investigaciones durante la jornada.
¿Se levantó el bloqueo?
Tras casi 12 horas de caos vial, los manifestantes retiraron los camiones y liberaron la autopista. Sin embargo, advirtieron que si no hay resultados reales en la búsqueda de los operadores, retomarán los bloqueos en los próximos días.
Consecuencias del bloqueo
- Logística paralizada: Miles de camiones y autos varados; las cadenas de suministro resintieron el golpe.
- Pérdidas económicas: La interrupción de un eje tan estratégico como la México-Querétaro implica retrasos millonarios para empresas de manufactura, comercio y distribución.
- Presión sobre las autoridades: El paro evidenció la fuerza de los transportistas como grupo organizado, capaces de doblar la agenda pública en unas horas.
- Clima social tenso: Automovilistas y usuarios desesperados, hartazgo ciudadano y un mensaje claro de vulnerabilidad en la infraestructura carretera.
¿Se va a reanudar el bloqueo?
Los transportistas dejaron la advertencia en firme: si no hay avances en las investigaciones, el paro regresará. La amenaza está sobre la mesa y el riesgo de nuevas interrupciones sigue latente.
Comentario final
Este bloqueo no fue una simple protesta: es un grito de desesperación. Los operadores viven bajo la sombra del crimen organizado, mientras el gobierno responde con mesas de diálogo que no frenan la violencia. El mensaje es claro: si no hay seguridad, las carreteras se volverán trincheras de presión social y económica.